lunes, 4 de julio de 2011

Dudosa recuperación


Se complica la recuperación global al comenzar Julio

La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ha puesto fin a uno de sus principales programas para reactivar la economía, el QE2. El esfuerzo, no obstante, ha hecho poco para resolver el problema original: las personas y el gobierno siguen gravemente endeudados, mientras hoy se celebra el Día de la Independencia

La incapacidad de las familias, y fundamentalmente de los gobiernos para reducir su deuda sigue ensombreciendo el panorama de las economías occidentales y preocupando a las personas por su futuro incierto. 
Los  gobiernos europeos se han visto obligados a concederle miles de millones de euros adicionales en ayuda a Grecia para mantenerla a flote, mientras las deudas hipotecarias y de tarjetas de crédito de los estadounidenses, por ejemplo, son más altas ahora que hace cinco años, lo que coincide con un deterioro del déficit fiscal del país.
El problema fundamental es que para revertir la tendencia a acumular deuda se necesita una combinación de recortes de gastos, mayores ingresos o un repunte de la economía, y quizás algo de inflación. Sin embargo, los salarios se han estancado y los precios de las viviendas, el origen de buena parte del problema de deuda en EE.UU. y otros países desarrollados, siguen cayendo. 

Mientras tanto, en un círculo vicioso, las empresas no están contratando ni invirtiendo porque saben que los consumidores ya agotaron sus recursos. 
Los bancos, por su parte, están acumulando efectivo y son conservadores con los nuevos préstamos. 

Haber diseñado una política casi exclusiva de bajas en las tasas de interés e inyección de fondos no ha sido suficiente para volver a la senda del crecimiento. 

Los esfuerzos de los bancos centrales impulsaron los mercados financieros en el corto plazo —haciendo subir los precios de las acciones y bajando significativamente las tasas de interés— pero no han logrado que los consumidores y los gobiernos reduzcan sus deudas. 
Más bien ha ocurrido todo lo contrario. 
El menor costo de los préstamos ha permitido que individuos y gobiernos demoren la adopción de medidas para cambiar la forma de gastar y ahorrar. 
Dadas las dificultades para pagar las deudas, es previsible que los mercados tardaran en ajustarse y las economías de los países centrales, y por ende la global, tardarán en volver a tener bases sólidas. 

Desde el segundo semestre de 2008, ha habido repetidos intentos de bancos centrales y gobiernos de amortiguar el impacto del proceso de reducción de deudas. 
En EE.UU., estas iniciativas incluyeron la primera ronda del llamado Quantitative Easing (QE), la llamada flexibilización cuantitativa, programa en el que la Fed esencialmente se dedicó a imprimir dinero a través de la compra de más de un trillón de dolares en valores respaldados por hipotecas. 

Ha habido múltiples rondas de estímulo por parte del gobierno federal. 
El Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra también recurrieron a programas de flexibilización cuantitativa. 
El último día de Junio la Fed ha puesto punto final a su segunda ronda de relajación cuantitativa, conocida como QE2, que inyectó US$600.000 millones en los mercados financieros desde fines del año pasado, ademas de los fondos ya inyectados anteriormente. 

Sin embargo, los consumidores de EE.UU tienen una deuda 37% más alta por tarjetas de crédito, compras de autos y otras responsabilidades no hipotecarias que hace diez años, sin ajustar a la inflación, de acuerdo con la Fed. 
Las cifras son especialmente descorazonadoras cuando se analizan las deudas hipotecarias.
 
Casi 23% de las deudas hipotecarias superan el valor de las viviendas que las originaron, de acuerdo con datos de J.P. Morgan Chase. 
Mientras tanto, hay todavía más deudas hipotecarias pendientes que hace cinco años, aproximadamente US$9,9 billones, según la Fed. 
El resultado es que a los consumidores les resulta más difícil conseguir líneas de crédito o vender sus casas. 
Bombear dinero al sistema financiero "no elimina la necesidad de que el sector privado también se sanee", observa Dominic Wilson, economista jefe para mercados globales del banco de inversión Goldman Sachs Group Inc. 
"Seguimos enfrentando los vientos en contra de una economía que pasa apuros para levantarse sin estímulos". 
En el frente fiscal, las perspectivas están empeorando. 
La relación deuda-Producto Interno Bruto en EE.UU. llegará a 100% este año, superando el 62% de 2007, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). 
El centro neurálgico de Europa también está viendo cómo empeoran sus cuentas. 
Se espera que la relación entre la deuda y el PIB en Alemania llegue a 80% este año, por encima de 65% en 2008. 
En Francia, ascenderá a 88%, por encima del 64% de 2008, según el FMI. 
Fuerte contraste 
La Oficina de Presupuesto del Congreso de EE.UU. pronosticó la semana pasada que el volumen de la deuda soberana llegará a su máximo en relación al tamaño de la economía desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. 
Este entorno marca un fuerte contraste con la denominada "Gran Moderación" de fines de la década de los 80 y los 90 cuando los ciclos de alzas y bajas eran menos pronunciados. 
Esa capacidad de resistencia "tenía mucho que ver con una mayor facilidad para acceder a los mercados de crédito", señala Jason DeSena Trennert, estratega jefe de inversión en Strategas Research Partners. 
El desequilibrado desempeño económico se traduce en frecuentes cambios de ánimo muy pronunciados en los mercados. 
Y todavía no se advierte un camino claro para tranquilizar a los mercados, a las empresas, a los gobiernos y, fundamentalmente,  a los ciudadanos que generalmente son los que con un escasísimo margen de decisión pagan las torpezas y equivocaciones de unas pocas voluntades.

Jorge Taboada
4 de Julio de 2011  



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