domingo, 19 de junio de 2011

Las agencias de calificación en la crisis europea

Las agencias de calificación crediticia se convierten en árbitros de la solución europea.

En los peores momentos de una Europa sin ideas, que posdata soluciones a su crisis, aparecen súbitamente la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Nicolás Sarkozy, para anunciar una solución extrema cuando todo parece perdido. Las instituciones comunitarias de Bruselas han sido protagonistas algunas veces de las soluciones. Pero  Moody's, Standard & Poor's y Fitch juegan un papel clave en la resolución de la crisis que empieza con el rescate a Grecia.

La Unión Europea ha criticado con dureza el papel de las agencias de calificación crediticia estadounidenses pero finalmente deberá pactar con Moody's, S&P y Fitch la restructuración suave y voluntaria de la deuda griega para evitar que su calificación siga cayendo, y que alguna de esas tres firmas considere que esa salida pactada es un default, una suspensión de pagos. Esto fue dejado trascender por autoridades de la comunidad europea.
Según informa el diario El País de Madrid "el fuego cruzado entre Bruselas y las agencias ya ha empezado. La Unión amaga (sin acabar de disparar) con una regulación más restrictiva para las agencias. A su vez éstas, que no vieron venir la crisis europea pero después la agravaron con una serie de rebajas en la solvencia de varios países,  llevan semanas advirtiendo que cualquier reestructuración de deuda, por suave y voluntaria que sea, merecerá la calificación de impago. Eso desencadenará graves problemas a la banca europea y contagiaría a más países. De ahí el temor reverencial a esa palabra: impago".  Lo que también se conoce como default.
Las declaraciones ambiguas y las indecisiones de Berlín,  París y otros centros de poder europeo en los últimos días sobre la obligatoriedad de la participación privada en la reestructuración originaron un incendio en los mercados que solo se sofocó parcialmente el último viernes con la previsible e inevitable cumbre francoalemana.  Mucho se discutió ante el riesgo de provocar un episodio europeo parecido al pánico posterior a la quiebra de Lehman Brothers.
Por todo esto, S&P llegó a rebajar la deuda griega a pocos escalones del default,  hasta el extremo de considerarla como la peor del mundo. El resto de agencias han aplicado también duras rebajas. Y las tres han avisado que la reestructuración tendría además efectos sobre otros países (en particular, Irlanda y Portugal) y toda la banca europea.
Esa presión ha funcionado. Según El País "el segundo rescate está por definir, pero no puede provocar de ninguna manera una rebaja de calificación hasta el nivel de bancarrota. Para ello habrá que articular las condiciones con sumo cuidado", según explicó una fuente comunitaria. ¿Cómo? "Con los consejos de las agencias".
Esa labor de consultoría ya se ha iniciado. Antes de estallar la crisis, las agencias hacían esa misma labor para el sector privado, a pesar de los evidentes conflictos de interés. Centenares de productos financieros tóxicos, incluidos los relacionados con hipotecas basura, recibieron la máxima nota por parte de las agencias que ayudaron a diseñarlos. EE UU anunció esta semana que está estudiando cómo plantear acciones por esta conducta en los tribunales.
Autoridades monetarias de Europa habían sugerido hace un tiempo crear una agencia de calificación pan-europea para rankear la deuda de los países miembros de la UE  pero nunca se llegó a concretar la idea
La contradicción en Europa es formidable. Un año después de comprometerse a frenar el poder de las agencias, la Unión se ve obligada a pactar con ellas para evitar males mayores en el caso griego. Atrás quedan las críticas demoledoras: el comisario Michel Barnier, que tendrá lista una nueva regulación para las agencias en otoño, aseguró que "hay que cuestionar seriamente su papel en esta crisis"; el habitualmente comedido José Manuel González Páramo, del BCE, explicó hace un par de semanas que las agencias "son más parte del problema que de la solución".
"Es la gran lección de la crisis: Europa y sus instituciones se lanzan a endiabladas discusiones sobre el gobierno económico, sobre todo tipo de propuestas para salvar una situación muy complicada, y luego hay quien se erige como árbitro sin tanto debate político", explicaron fuentes europeas.
A las agencias no les tiembla el pulso. El último informe de Fitch es concluyente: "El uso de mecanismos de reestructuración con canje de bonos puede conducir a una rebaja de calificación hasta reflejar impago inminente". En una nota reciente, Moody's alertaba de que una reestructuración en Grecia contagiará a Irlanda, Portugal, España, Italia y Reino Unido: "La banca de esos países afronta desafíos distintos, pero el riesgo de contagio podría diluir esas diferencias y plantear amenazas comunes muy reales". 
Esas opiniones tan contundentes pueden cambiar ahora. 

Jorge Taboada 
Domingo 19 de Junio de 2011

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